Semblanza del Estilo: Salamone vía Aira
Si en buena medida todas las novelitas de César Aira son autobiográficas (si acaso toda novela, toda escritura lo es), El tilo (Rosario, Beatriz Viterbo, 2003) lleva a su punto máximo la exposición ficcional de un yo que golpea provocativamente la realidad (una realidad que podemos atisbar como propia del autor, esquivamente biográfica). Poniendo en primer plano la configuración de una figura de autor (resucitado tras la muerte postestructuralista, y tras la otra muerte festejada por Puig, la del narrador), el relato –ese omnipresente objeto de deseo en Aira, confundido aquí con la infancia y la zona natal- se constituye recurriendo a por lo menos tres elementos básicos: el pasado peronista atravesado por un árbol y un padre electricista, la Madre representada en una estatua que extingue la risa, y, privilegiadamente, el centro imposible del laberinto, la plaza de Coronel Pringles. Es allí, en ese lugar intenso que metonimiza el Estilo (el yo del autor), donde el texto repone el tono literariamente enciclopédico (el que Aira usa en el Diccionario de autores latinoamericanos) para estamparnos -poco antes de volver al padre y sus paseos domingueros por la plaza y así cerrar el relato- una semblanza posible de Francisco Salamone.